Piel de niña

Claus me regalo un vestido de piel de zapa para ti. Un vestido de piel para que lo estrenes el propio día de tu regreso, que ya no va a ser para él. No pude o no supe darle las gracias.

Quizás me disculpe alguna vez; posiblemente cuando lea estas líneas, si es que llega a leerlas, cuando sepa que me quede viendo el trajecito curvoso, como ya habitado por tu persona, con exclusión del mundo rodeante, sin esfuerzo, como la cosa mas natural, te anticipaste un mes a mis ojos, a tu paso por Cancún, vi tu figura integra en el traje y enmudecí, igual que el día que te desnudaste delante de la luna.

Llenabas el vestido tan plenamente que caí de rodillas para besarte. Y de regreso te cargue en las rodillas sintiendo tu mismo peso delicado. No me atreví a llevarte a mi cuarto de soltero frente a la plaza de san Cristóbal y te puse en el jardín, bajo los olmos, Mis deseos junto a las luciérnagas concurrieron al milagro de luz y de sonido, El Ilan, Ilan soltó su perfume de anais y las penumbra se aromo de caricias, Cantaba en mi sangre una música de estrellas y esferas, vibraba mi sangre y saltaba de cumbre en cumbre en armonioso vaivén.

Quisiera que ese sueño crepuscular durase lo que mi vida. Que sea yo quien te cuide y te proteja de las sombras, como esa noche al guardar tu traje de piel, muy derechito en el ropero, temiendo que te enfriaras con el roce gélido de sus colmillos. Ahora ya estás entre mis trajes, llenando mi cuerpo con el aroma del ocaso.

Lejos de la imperfecta redonda, precisa y desbordada alegría de ser solita tú, a merced de él, sólo prefigurando un día de nuestro futuro, a un mes de distancia, o él de tus treinta y tres años, cuando él ya no pueda besarte trémulamente y le sepas completamente ajena, distante, más lejana que un vuelo de libélula.

T.coolio